lunes, 15 de julio de 2013

FEMEN denuncia los significantes de "pezón" en Facebook


El pezón humano es una protuberancia pequeña que se encuentra sobre las mamas o pectorales rodeada de un área de piel más oscura conocida como areola. La mayoría de las personas, tanto hombres como mujeres, tenemos dos pezones situados en el centro de la mama. Algunas personas poseen más de dos, pero no es lo habitual. No obstante, si miramos lo que ocurre en la naturaleza, podemos decir que somos una especie con pocos pezones; de hecho, somos los mamíferos que tiene menos, la mayoría tiene 3 o 4 pares.
Incluso lingüísticamente sólo las mujeres tenemos pezones. En la definición que ofrecen algunos diccionarios “pezón” es “pezón femenino”, ya que sólo se define en relación al acto de lactar
En la areola, alrededor del pezón, a los hombres y a las mujeres nos pueden salir algunos pelos, aunque las mujeres nos los quitamos y resulta muy raro ver un pezón femenino con pelos (ya se sabe que las mujeres no tenemos pelos en el cuerpo). En todo caso, los pezones de hombres y mujeres son casi iguales a la vista y al tacto, y funcionan de la misma o muy parecida manera para muchas cosas.
La zona del pezón y de la areola es una importante zona erógena para los hombres y para las mujeres porque está surcada de nervios muy sensibles a ciertos estímulos. A muchos hombres y a muchas mujeres nos excita que, en el curso de un encuentro sexual, nos toquen, acaricien, chupen, laman o muerdan los pezones. En esta situación los pezones de los hombres y de las mujeres se hinchan, se endurecen y se yerguen. A veces, no obstante, los pezones de los hombres y de las mujeres se ponen erectos por su cuenta, por el frío, por ejemplo, porque algo les roza o por cualquier otra sensación física o incluso psicológica, como el miedo. En estos casos los pezones actúan como de la misma manera que eso que llamamos “piel de gallina”.
Hombres y mujeres tenemos pezones, muy parecidos o incluso iguales, pero socialmente sólo las mujeres tenemos pezones. Incluso lingüísticamente sólo las mujeres tenemos pezones. Sin ir más lejos, basta leer la definición que ofrecen algunos diccionarios para esta parte del cuerpo para darnos cuenta de que “pezón” es “pezón femenino”, ya que sólo se define en relación al acto de lactar.
Por ejemplo, en The free dictionary, pezón es: “Parte que sobresale más en los pechos de las hembras de los mamíferos, rodeada por una pequeña zona circular de color rosado, de donde maman las crías”; el diccionario de la RAE lo define más o menos igual, como la parte de la mama que sirve para alimentar a los bebés. Así que para los diccionarios, los hombres no tienen pezones. Esa debe ser la razón de que ellos los puedan enseñar y nosotras no; que lo de ellos no es, en realidad, un pezón, sino sólo un espejismo; donde creemos que hay un pezón, no hay nada.
Cuestión de anatomía no es, porque la anatomía del pezón de mujeres y hombres es también muy parecida y ambos están compuestos por surcos o conductos lactíferos dispuestos cilíndricamente alrededor de la punta. El objetivo fisiológico de los pezones es que el bebé pueda mamar, alimentarse de la leche producida en las glándulas mamarias de las mujeres durante la lactancia. Es una diferencia importante, pero no esencial. La realidad es que muchas mujeres no dan nunca de mamar, ni ahora ni siquiera históricamente. Y, por si fuera poco, el pezón de los hombres tiene los mismos conductos lactíferos que el de las mujeres: 15 o 20 que se disponen cilíndricamente alrededor de la punta y por los que sale la leche cuando el bebé mama.
Aunque no es frecuente, los hombres también pueden dar leche y, de hecho, se han documentado varios casos de hombres que han dado de mamar a bebés que no tenían otra posibilidad de alimentarse. Si los hombres no dan leche no es porque sus pezones no sirvan para eso, sino porque no segregan la hormona de la prolactina ni están expuestos a otras hormonas femeninas. Por tanto, en teoría cabe la posibilidad de que si los hombres se hormonaran fueran capaces de dar de mamar y, de todas formas, parece que son capaces de hacerlo incluso en ausencia de hormonación, simplemente con una estimulación suficiente y constante. No quiero decir con esta afirmación que los hombres podrían ir pensando en colaborar en el amamantamiento, sino demostrar que los pezones masculinos y femeninos son básicamente iguales, incluso anatómicamente iguales. Las diferencias entre ellos son sociales.
Aunque dar de mamar en público aún no está siempre plenamente aceptado, lo cierto es que este es el único momento en que puede verse un pezón femenino en público en un contexto cotidiano. La razón es obvia: en estos casos, sólo en estos casos y de manera muy frágil, la maternidad se impone a la sexualidad. El pezón maternizado oculta al pezón sexualizado y le da cierta respetabilidad, aunque no sin tensión y no siempre. A pesar de que poca gente se atrevería a agredir a una madre que está dando de mamar, sí que hay personas que se sienten incómodas y hay lugares en los que se impide la lactancia en público. Puesto que el pezón femenino es tabú por ser un pezón sexualizado, al contrario que el pezón de los hombres, la incomodidad que sienten algunos al ver a una madre dando de mamar pone de manifiesto que la relación entre maternidad y sexualidad es también un tema tabú. El pezón maternizado suaviza al pezón sexual, pero no del todo.
Para Facebook las mujeres podemos tener y enseñar las tetas siempre que no tengan pezones. No hay más que ver las fotos que ha tenido que retocar FEMEN para que no cierren sus páginas. Ellas están igualmente desnudas, las tetas se ven claramente, pero son unas tetas extrañas, sin pezón, parecen una extraña especie de marcianas
Podríamos quizá llegar a pensar que el problema no es el pezón en sí mismo, sino la teta. Son las tetas femeninas lo que no puede verse entonces, y el pezón sólo sería una parte de ellas. Pero no, está claro que las tetas, es decir las protuberancias mamarias que en general sólo tenemos las mujeres (aunque también hay hombres con tetas) no son el problema, puesto que éstas pueden enseñarse sin problemas casi en cualquier contexto. Hay escotes que enseñan las tetas y no están prohibidos… a no ser que enseñen el pezón. Hay trajes de noche o camisetas en los que la tela se detiene justo en el límite en el que ya se intuye la piel oscura del pezón. Un milímetro más y el traje o la camiseta serían indecorosos y objeto incluso de prohibición o censura. Un milímetro menos y es completamente normal, elegante y femenino.
En Facebook son rapidísimos en censurar cualquier pezón, femenino naturalmente. Para Facebook las mujeres podemos tener y enseñar las tetas siempre que no tengan pezones. No hay más que ver las fotos que ha tenido que retocar FEMEN para que no cierren sus páginas. Son las mismas fotos, ellas están igualmente desnudas, las tetas se ven claramente, pero son unas tetas extrañas, sin pezón, parecen una extraña especie de marcianas. Así sí se pueden mostrar. Al parecer, según Facebook, una teta con pezón es pornográfica e incita a la prostitución, pero una teta sin pezón es inocente de toda culpa.
El uso del sujetador femenino tiene que ver con los pezones también. Se usa sujetador para que los pezones no se noten. Las mujeres que no usamos sujetador tenemos trucos para que nuestros pezones no nos delaten. Reconozco que, a veces, cuando la tela de la camiseta es muy liviana y aun así no quiero usar sujetador, me pongo una tira de esparadrapo sobre ellos. Una especie de tirita antipezones. No molesta ni aprieta, como el sujetador, e impide que la gente se fije en ello; impide también que nadie me diga nada que no quiero oír a costa de la visibilidad de mis pezones.
Y, naturalmente, todo esto se refiere a los pezones femeninos exclusivamente, porque los pezones varoniles, como hemos dicho, no existen. No existen en el diccionario, no existen en la vida social, ellos pueden enseñarlos tranquilamente casi en cualquier contexto informal. ¿Por qué? Pues supongo que por muchas razones, por todas aquellas que sirven para explicar cualquier aspecto de la desigualdad.
En ese sentido, los pezones son como un compendio de la desigual construcción corporal y social de mujeres y hombres. Las mujeres no podemos enseñar los pezones porque están sexualizados y las mujeres no tenemos sexualidad, o no debemos tenerla, o no debe notarse; porque nuestro cuerpo es un objeto que no es para sí mismo (para sí misma) sino para otros y, por tanto, tiene capacidad para, pasivamente, incitar y provocar a quienes sí tienen capacidad de agencia (aunque paradójicamente y al mismo tiempo se supone que no pueden contenerse); porque nuestro cuerpo no nos pertenece y nuestra sexualidad tampoco: es de un hombre y sólo él debe tener acceso al mismo o a lo sexual del mismo; porque nuestras mamas y pezones son maternales sin dejar de ser sexuales y la conjunción de sexo y maternidad, como hemos dicho, es uno de los tabúes más profundos que existen -se supone que las madres no son sexuales, se supone que uno no debe excitarse viendo una teta que lacta-; porque el acto de dar de mamar remite a la animalidad; remite a ese lugar del que el ser humano lucha por alejarse: la naturaleza, eso que ellos no son pero que, en cambio, nosotras no dejamos de ser…
Seremos mucho más iguales cuando nuestros pezones lo sean; cuando podamos ir, como ellos, a pecho descubierto en contextos informales, en un parque, por ejemplo, o por la calle de un pueblo playero, o cuando hagamos deporte en verano…; seremos más iguales cuando nuestros pezones sean libres para notar la tela de la camiseta o del vestido y no los tengamos encerrados obligatoriamente tras el sujetador y se transparenten y se hagan notar. Hasta ese momento, mostrar las tetas en público allí donde los pezones masculinos están permitidos y los femeninos prohibidos, seguirá siendo un acto de rebeldía como otros muchos en relación al cuerpo. Será entonces un acto valiente que merecerá la pena seguir haciendo.

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